Desde las sociedades feudales siempre
ha existido una división entre la sociedad, los nobles y los campesinos, desde
esa separación también la cultura se veía dividida. Existía la cultura de la
alta clase y la cultura popular que era la del pueblo. La cultura de las altas
clases se caracterizaba por su refinamiento, el prestigio y por la calidad, en
cambio la cultura popular se basaba en las tradiciones, los ritos relacionados
con las creencias populares… al fin y al cabo, sólo una pequeña parte de la
sociedad disponía de los recursos necesarios para utilizar estos medios, sin
embargo, con las revoluciones en el campo de las comunicaciones, éstas se han
establecido para el alcance de todos. Por este motivo, somos susceptibles a las
intenciones de aquellos que utilizan los medios de comunicación para lograr su
beneficio. En palabras de Weaver, “el éxito con que el significado transmitido
al receptor conduce a la conducta que se desea obtener de él”. (1)
Por ello Umberto Eco relacionando la
cultura de masas hace la misma división dándole un nuevo nombre en su libro Apocalípticos e Integrados. Desde su
punto de vista para los Apocalípticos la cultura no puede estar dirigida a todo
el mundo ya que está destinada a unos pocos privilegiados, en sus propias
palabras “Si la cultura es un hecho aristocrático, cultivo celoso, asiduo y
solitario de una interioridad refinada que se opone a la vulgaridad de la
muchedumbre”. (2), los Apocalípticos no se han adaptado al
completo con los medios por lo que los rechazan mientras que los integrados son
los que si se encuentran sumergidos en estos medios, “Dado que la televisión, los periódicos, la radio, el
cine, las historietas, la novela popular y el Reader’s Digest ponen hoy en día
los bienes culturales a disposición de todos, haciendo amable y liviana la
absorción de nociones y la recepción de información, estamos viviendo una época
de ampliación del campo cultural, en que se realiza finalmente a un nivel
extenso, con el concurso de los mejores, la circulación de un arte y una
cultura «popular»” (3)
Debido
a estos grupos que son “dos adjetivos complementarios, adaptables a los mismos
productores de una «crítica popular de la cultura popular»” (4), la sociedad es
altamente influenciable por los medios y es manipulada por aquellos con
recursos, pudiendo llegar a crear movimientos de masas movidos por los
intereses de las personas con poder. Quedan subyugados a sus órdenes, reciben
la información que mejor les conviene teniendo que creerse mentiras o incluso
ocultándoles datos importantes.
Los
medios de comunicación se vuelven peligrosos debido al mal uso que se utiliza
de ellos. La televisión, la radio, los programas informativos, la prensa, todos
ellos son solo medios donde los comunicantes aportan la información a los
receptores, sin embargo, como ya se había explicado, no siempre se utilizan
para el bien y acaban transmitiendo aquello que se quiere dar a conocer. Pero también
existe la manipulación de estos medios de comunicación ya sea por parte del
gobierno o por las grandes empresas que lo dirigen. En el aspecto político existen países en los
que los medios de comunicación no cuentan toda la realidad y por ello la
sociedad vive engañada y así mismo ocurre con la publicidad que nos manipula y
como vivimos en una sociedad consumista acabamos adquiriendo objetos que en
realidad no necesitamos ya que estamos rodeados de anuncios que nos llegan por
la prensa, la televisión, el cine, la radio y las redes sociales.
A lo largo de los años la definición de
cultura de masas se ha ido modificando y como dice Pilar Carrera “El concepto "masa", central en las
teorías sobre los medios de comunicación durante décadas, parece haber
desaparecido del repertorio de conceptos útiles para explicar el funcionamiento
de los medios de masas en las democracias capitalistas contemporáneas”. (5)
Con el paso del tiempo al igual que su
definición sus características han cambiado ya que actualmente casi todo el
mundo tiene acceso a la cultura, sobre
todo en los países más desarrollados donde hasta los más jóvenes son capaces de
utilizar las nuevas tecnologías.
Actualmente los medios de comunicación
son una herramienta indispensable de las sociedades desarrolladas y resultan
imprescindibles de tal manera que a día de hoy no concebimos aspectos de la
vida cotidiana como la política, la economía y la cultura sin depender de ellos.
Aquello que marca nuestra rutina y
nuestra época, los medios de comunicación de masas, se ha ganado adeptos y
adversarios puesto que, a pesar de traer con sigo numerosas ventajas, entre
ellas, el incremento del desarrollo y la cultura de diversos países, también
arrastra tras de sí un gran número de inconvenientes. Como escribieron en su
libro Katz y Lazersfelt “quienes han visto en los mass-media una nueva aurora
de democracia y quienes, en cambio, han visto en ellos instrumentos de un
designio diabólico tenían en realidad la misma imagen del proceso de
comunicaciones de masas”. (6) Esto se debe a que por mucho que los medios de
comunicación puedan mantenernos informados de lo que sucede en todo el mundo
tampoco podemos saber que tanto de lo que nos cuentan es completamente cierto,
es decir, a pesar de que los mass-media aumentan nuestro conocimiento
podríamos ser fácilmente manipulados a través de los mismos.
Miguel de Moragas expresó en su libro Sociología
de la comunicación de masas que “con los poderosos mass-media, de
hecho, se juzgaba posible poner el mundo entero al alcance de todo ciudadano,
promoviendo con ello la reconstitución de una opinión pública informada y
consciente, como históricamente había existido en la polis griega”.²
En ese mismo libro de Moragas habla sobre el poder de persuasión que tienen los
mass-media y como empezó a estudiarse dicho poder a partir de la Segunda Guerra
Mundial, contienda en la que tuvo un papel primordial la propaganda ingeniada
por el doctor Goebbels y que desató una guerra propagandística entre bandos con
los objetivos de crear unidad interna en el país de origen y contratacar al
país rival.
Todo esto nos permite darnos cuenta de
la influencia con la que cuentan los medios de comunicación de masas y del
peligro que esto puede conllevar pues, como dice la célebre frase, “el poder
corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. (7) Solo podemos confiar
en que el Estado y las autoridades controlen el poder que poseen los
mass-media, aunque nosotros como audiencia también podemos influir en dicho
poder, se podría decir que somos nosotros quienes se lo conferimos. Como
espectadores no debemos conformarnos con las noticias que salen en un solo
medio de comunicación o creernos todo lo que vemos o leemos en ellos pues el
creer ciegamente en sus palabras sería un error ya que, ya sea intencionadamente
o no, nunca van a trasmitir una verdad al 100%, toda información que den, en
mayor o menor grado, va a tener un toque de subjetividad que difumine
ligeramente la realidad.
El
nacimiento de los mass-media significó un cambio en la forma de concebir, producir
y consumir la cultura, pasó de ser algo creado para el disfrute de personas
cultas y/o ricas, a ser un bien que podría consumir cualquiera que pudiese
pagarlo. Al convertirse en un negocio, los creadores de material cultural ya no
solo buscaban crear arte, ya no se centraban en el contenido, sino que buscaban
crear un producto por el cual estuviese dispuesto a pagar el mayor número de
personas posible.
Ejemplo de propaganda creada por
Estados Unidos para incrementar el nacionalismos y la cohesión interna del
país, publicado por Marvel Comics en Captain America n.1, March.
Personaje creado originalmente por Joe Simon y Jack Kirby.
BIBLIOGRAFÍA
(2) ECO, Umberto,
Apocalípticos e Integrados, Fábula de
Tusquets, 1995.
(3) ECO,
Umberto, Apocalípticos e integrados,
Fábula de Tusquets, 1995.
(4) ECO,
Umberto, Apocalípticos e integrados, Fábula de Tusquets, 1995.
(5) CARRERA, Mª PILAR Acerca de la plenitud teórica de conceptos
en oportuno desuso. ¿Qué se hizo de las masas? TELOS. CUADERNOS DE COMUNICACIÓN E INNOVACIÓN.
(6) M. de
Moragas, Sociología de la comunicación de masas I. Escuelas y autores.
Barcelona, editorial Gustavo Gili, S. A, 1985, p. 54.
(7) Célebre frase conocida como
dictum de Acton acuñada por John Emerich Edward Dalkberg Acton, historiador
católico británico
Redactado y realizado por: Sofía Andrijciw, Laura Cortés, Cristina Gismero y Evelyn Guachamín.
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